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Carta Roja: los contenidos inútiles

Hemos recibido una carta roja lamentándose por los contenidos de los libros de texto de nuestros hijos. ¿Quién decide los contenidos de los libros? ¿Los politicos? ¿Los editoriales? ¿No deberíamos dedicar más tiempo a crear una cultura de leer en vez de dedicar tanto tiempo a aprender términos y definiciones? Dinos lo opinas.

Mi carta roja va dirigida a esos señores sesudos que han elaborado los contenidos de la asignatura de lengua española en el bachillerato.

Desconozco que se pretende al hacer estudiar cosas como semas, sememas, que a mí me suenan a so memos para qué tengo que estudiar esto. Si la asignatura de lengua me enseñase a expresarme bien oral o escrito no tendría que estudiar semas, sememas y demás memeces.

Me parece estupendo que aquellos que estudian filología aprendan este tipo de conceptos pero no se puede pretender hacer filólogos en el bachillerato. Hablan el abandono escolar, y qué pretenden que con esos contenidos la gente muestre interés en estudiar. No se dan cuenta que con estos aprendizajes inútiles no se motiva, no se inspira al alumno para que estudie.

Por favor, esa comisión que se dedica a proponer los contenidos de las asignaturas, pongan los pies en el suelo. Acérquense a la realidad social, pongan interés en comprender los nuevos tiempos y olvídense de incorporar conceptos inútiles y de poco interés y fomenten herramientas clave como leer bien, escribir y hablar en público que eso si servirá para tener futuro.

 

 

¿Un disléxico puede llegar a ser abogado?

El hijo de uno de nuestros socios ha decidido que quiere ser abogado. ¿¿Es esto un reto demasiado fuerte para una persona con dislexia? O por el contrario ¿Puede la dislexia aportar ventajas para practicar esta profesión? Escucha a David Boies, un abogado con dislexia de los EEUU que habla de sus experiencias.

Artículo de Understood (en este artículo también explican como poner los subtítulos en español)

 

Premios Nobel

Queremos dar la enhorabuena a todos los ganadores de los premios Nobel de 2016. Las noticias de estos últimos días nos han hecho pensar en la científica Carol Greider, ganadora del Premio Nobel en Medicina en 2009.

Carol tiene dislexia y demuestra a todos que la dislexia no afecta a la inteligencia y que puede llegar a ser una ventaja en actividades intelectuales y académicas. Como ella comenta la dislexia le encaminó a aprender trucos y técnicas que le propulsaron al éxito que ha tenido como científica. Es interesante notar, en estos días de tanta polémica en España sobre las reválidas, que ella comenta que los tests estandarizados le perjudicaban. Menos mal que la universidad de Berkeley California miraba más allá de los resultados de sus tests y reconocieron su talento. En esta pequeña autobiografía (en inglés) ella explica sus luchas en el colegio; la importancia de que el colegio sea algo de los niños y no de los padres; y como la dislexia le ha obligado a aprender métodos compensatorios que le han ayudado en su trabajo.

Carol participó en el documental americano Journey into Dyslexia (2011).

Newsletter septiembre 2016

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Compartimos nuestra newsletter de septiembre 2016. Ya nos hemos puesto en marcha de cara al nuevo curso con todas las ilusiones renovadas y la firme convicción de que vamos a dar pasos muy importantes durante este año.

Newsletter septiembre 2016

CARTA ROJA DE UNA ORIENTADORA

La semana de la dislexia ya ha acabado pero seguimos publicando las cartas rojas que nos mandáis. Hoy compartimos la carta de una orientadora de la Comunidad de Madrid que nos ha impresionado. Es una carta larga pero no hemos querido cortar ni una palabra. ¡Muchísimas gracias a la autora!

Estimado Sr. Ministro de Educación,

Antes de comenzar con lo que me gustaría decirle, creo que es preciso señalar dos aspectos:
Por un lado, me gustaría agradecerle la inversión de unos minutos de su tiempo en leer estas cartas. La actitud de escucha activa (en este caso lectura activa) es fundamental en el entorno educativo y no dudo que usted dará ejemplo con ello.

Y por otro lado, también quiero hacerle llegar mi empatía para con su papel de Ministro de Educación que, si bien es cierto, no debe ser sencillo, pues quiero pensar que en numerosas situaciones es menester defender cosas que no son defendibles, ni siquiera para un cargo público que, a fin de cuentas, debe dar la cara frente a la sociedad y rendir cuentas de las gestiones y decisiones que se elaboran en los Consejos de Ministros.

Dicho esto, y en un intento de ser breve y concisa con el objeto de estas cartas rojas, debo plantear algunas cosas relativas a la Atención a la Diversidad en el sistema educativo de nuestro maravilloso país, y concretaré posteriormente en lo que se refiere a la atención del alumnado con dificultades específicas de aprendizaje (que cuando nombro, señalar que me refiero a las asociadas a trastornos como la dislexia, el trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad, la discalculia, dispraxias, o los más globales ritmos lentos de aprendizaje).

La Atención a la Diversidad debe ser un paraguas cuyo diámetro sea tan extensible como extensa es la variedad de personas que día tras día acuden a las aulas. Creo que por ello debe ser algo de lo que realmente se encuentre impregnado todo el sistema educativo, algo en lo que creamos de verdad: desde el planteamiento global de las leyes educativas (que cuanto más cambian, más inestabilidad y pánico provocan en la comunidad educativa); la concreción que de ellas realizan las Comunidades Autónomas (aquí podría abrirse otro debate muy amplio al que no ha lugar, pero que no ceso en la intención de mencionar); la organización de los centros tanto a nivel pedagógico, como estructural o tecnológico, pasando por organización de los profesionales docentes y no docentes que desempeñan sus labores en el contexto educativo; la formación de dichos docentes y personal del sistema educativo; la organización de la red de orientación; los famosos recursos que tanto solicitamos y su distribución; y podría añadir un largo etcétera de aspectos que deben impregnarse del espíritu de la escuela inclusiva, de los ideales de un modelo de intervención basado en las necesidades educativas de cada alumno y no en aspectos asistenciales o en meros “parches” que a la larga dejan de funcionar. No me gustaría que esto fuese interpretado en un tono de queja, sino que más bien se abran miras a la colaboración entre profesionales, al intercambio de ideas entre aquellos que se encuentran en las cúpulas de la administración y los que, también dando la cara de la Administración, prestamos nuestros servicios. Creo que en la línea de concienciación acerca de la Atención a la Diversidad, puede funcionar la revalorización de las campañas sobre discapacidad, el fomento de experiencias de aprendizaje-servicio, la modalidad de escolarización combinada (que en algunas Comunidades Autónomas se encuentra regulada, no siendo así en la Comunidad de Madrid)…

Tal y como decía, concretando en lo que a las dificultades específicas de aprendizaje se refiere, creo que bastaría con invitarle a pasar algún día por cualquiera de los centros públicos donde se escolarizan alumnos y alumnas con dichas dificultades y por qué no, le invitaría a acompañarme en lo que es la jornada laboral habitual de un orientador educativo. De este modo, creo que sería muy enriquecedor que observase de primera mano lo que supone tener dichas dificultades y lo que supone asesorar, intervenir y enseñar-aprender en un entorno en el que no hay nada seguro, en el que los extensos protocolos burocráticos (que desde mi punto de vista podrían sintetizarse o se podrían establecer mecanismos en la línea del uso de las TIC para agilizar trámites) hacen perder tiempo de actuación, en el que los contenidos del currículum encorsetan otros aspectos que favorecerían el desarrollo de alumnos realmente competentes, en el que “ir con prisas” impide desarrollar una educación más innovadora y ajustada, y sobre todo, en el que “el cabreo generalizado con el poco valor que se da a la educación” se traslada a nuestro alumnado, a las familias y entre profesionales nos retroalimentamos. Así Sr. Ministro, así vamos mellando la autoestima de un sistema que debería ser fuerte, igual que mellamos la autoestima de un alumno, con dificultades como la dislexia, al no dejar clara cuál debe ser legalmente la línea de actuación y así poder ir “todos a una”, independientemente del partido que gobierne y de los ideales de quien encabece las direcciones provinciales y consejerías de educación; pues el ideal es que todos tengamos cabida, ya que nadie somos culpables o merecedores de haber nacido en un contexto u otro ni con unas capacidades y habilidades u otras. Cada uno contamos con lo que tenemos y, suficientes trabas nos encontramos cuando crecemos en edad, como para añadir trabas a edades en las que la educación debe ser la prioridad, debe ser atractiva, debe ser divertida, debe ser emocional, debe ser social, debe ser colaborativa y por supuesto inclusiva.

¿Soluciones que se me ocurren? Visibilicemos las dificultades, facilitemos la formación del profesorado, fomentemos la investigación en educación en nuestro país, no hagamos de la educación un espectáculo, no permitamos que “cualquiera hable de educación” así como no se hace de medicina o de los avances técnicos, demos información certera sobre lo que ocurre en las aulas, no reduzcamos los aprendizajes a resultados ni “cortemos por el mismo patrón” las medidas para alumnos que necesitan patrones diferentes, no permitamos que los principios de la educación varíen cada vez que varía el Gobierno, no demos lugar al sensacionalismo con los conflictos que surgen en el contexto educativo, sentémonos y asumamos unos principios educativos sólidos que sustenten todo el sistema… Nadie es capaz de vivir sanamente en la incertidumbre. Es difícil luchar por lo que crees y tener debates sobre ello en contextos inflexibles, inflexibilidad fruto del egoísmo y de que todo al final se reduzca a términos económicos y comparaciones en excelencia que echan por tierra los valores que día a día tratamos de fomentar en las aulas: compartir, querernos como somos, valorarnos a pesar de las dificultades de aprendizaje u otras, reforzar a cada alumno teniendo en cuenta sus propios logros, manifestar nuestras preocupaciones, fomentar un espíritu crítico y creativo… Todo esto Sr. Ministro, reitero, sin unas bases garantizadas y reguladas claramente a nivel legal, difícilmente va a adquirir un carácter pragmático para una mejora real de la educación.

Atentamente,

Orientadora educativa en la Comunidad de Madrid